Raúl Pérez Torres

UNA PINTURA LIBRE Y SIN ATADURAS

Una pintura libre, una propuesta estética nueva y sin ataduras, una percepción donde la fantasía y la realidad se visten de colores y de formas, una cromática angustiosa y a veces violenta que se entrelaza al espacio del cuadro para darle su dimensión precisa, su profunda perspectiva.

Con una larga, paciente y obsesiva trayectoria pictórica, José Bastidas, va descubriendo y descubriéndonos, desde su particular sensibilidad, ese fantasma lírico que yace en las personas y en los objetos, ese mensaje estilizado y simplificado por la agudeza, que nos remite a las más sencillas preguntas de la filosofía. El ser humano, su tenaz alegoría. La mujer y el hombre en su acrobacia esencial, el hecho cotidiano, la ironía como arma eficaz de la crítica, y la línea transgresora, rebelde, que dibuja con rigor y maestría la experiencia singular, a veces subjetiva y a veces objetiva, de su interioridad.

Pintura para la reflexión y el asombro, ésta de José Bastidas, que nos conmueve además por la sutil presencia de una poética popular.

Nació el 11 de mayo de 1941 en Quito, provincia de Pichincha. Realizó sus estudios secundarios en el Instituto Nacional Mejía y los superiores en Guatemala, donde cursó gestión de cultura.

 

Inició su carrera como escritor con el libro de cuentos Da llevando, publicado en 1970 por la editorial Populibros.​ Durante la década de los setenta fue uno de los redactores de la revista literaria La bufanda del sol y publicó además los libros Manual para mover las fichas (1973), Micaela y otros cuentos (1976)4​ y Musiquero joven, musiquero viejo (1977), con el que ganó el Premio Nacional José de la Cuadra.

Posteriormente fue director de la revista Letras del Ecuador, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

En 1980 ganó el Premio Casa de las Américas por su libro de cuentos En la noche y en la niebla. Su cuento Sólo hallarás cenizas (1995) ganó a su vez los premios Juan Rulfo y Julio Cortázar.

El 24 de mayo de 2017 fue nombrado Ministro de Cultura y Patrimonio por el presidente Lenín Moreno.

Marco Antonio Rodríguez

Decenas de muestras individuales y colectivas avalan el itinerario creacional de José Bastidas. Varías de ellas se han realizado fuera del Ecuador, pero su temperamento tramado por una sencillez proverbial, lo ha tenido al margen de consagraciones ‘oficiales’ y pocos escritores y críticos de valor se han referido a su arte. AI pintor no le interesan reconocimientos ni promociones, él sigue buscando en su memoria, desaforadamente, un discurso coherente y sensible que lo distinga de los demás. Nuestro mundo de artistas (pintores sobre todo) es un desesperado espacio de luchas intestinas, emulaciones, codicias, intrigas. Felizmente, José Bastidas posee un fuerte vigor mental, paciencia, humildad y desapego del mundo de las apariencias, por lo que su trabajo es coherente y sólido; va en pos del arte y no de tal o cual tendencia en particular, intuyendo, tal vez, que el mayor peligro de un artista genuino es el éxito, sí el éxito es el enemigo de cargo de todo artista. Claro está, que si puede sortear sus peligrosas aristas, eso es otra cosa, pero los más, sucumben ante sus falsos encantos.

Buen dibujante (Ingress hablaba con toda la verdad que el dibujo es una vara de medir cuánto hay de dignidad y poesía en un pintor), ha explorado con denuedo en su memoria y de ella extrae personajes que oscilan entre la sátira y la fantasía, resueltos con una técnica sugestiva consistente en veladuras cromáticas (chorreados) que dan la sensación de alto relieves para enfatizar ciertas zonas de esos personajes y de los elementos que lo rodean. No se trata de imitar lo que la naturaleza nos ofrece, sino de interpretarla a su real modo de saber y entender. Los cuadros de Bastidas me recuerdan a los ‘nabis’ (poseídos o profetas), de proclividad a la simbología, rítmico y conceptuoso, todo conjugándolo con la libertad de medios, riqueza compositiva, invención (re-invención del color), y una rica textura que el artista consigue superponiendo recursos. El lenguaje del color en la obra de José Bastidas no se supedita a la expresión de no sé qué poética al margen del cuadro, sino que se aplica a expresar la poesía del cuadro en sí mismo, de su color y su forma.

​Alegría, vivacidad, humor -corrosivo a veces-, destreza en el manejo de los secretos de la plástica, son los valores esenciales de José Bastidas. Así nacen sus memorables personajes, en grupos o solitarios, pero todos dueños de una identidad consistente, única. Marimberas. Las hipócritas. La dama de rojo. Esperando la sentencia, son, entre otras obras, de su reciente Serie, hitos que confirman una madurez que se reitera de muestra a muestra, de obra en obra, porque Bastidas no se represa como pintor, sigue desbrozando caminos, estudiando, probando, ensayando, temáticas y técnicas. Discurso lúcido -y lúdico Bastidas juega con lo tierno y con lo profundo (Esperando la sentencia o su Autorretrato)-que enseña una manera de ir estructurando sus composiciones, entre variantes y signologías, entre fondos y formas, como quien extrae la materia ambicionada de una cantera que está explotando con febrilidad y pasión.

​José Bastidas tiene un compromiso adquirido con él y con su público: jamás detenerse o resignarse a tal o cual postulación estética. El supremo signo de la creación es la búsqueda perpetua y él felizmente, lo sabe.

Máster en Ciencias Políticas por la Universidad Javeriana de Bogotá-Colombia y ha realizado estudios especializados en educación pública, ciencias políticas, culturales y sociales en varias universidades dentro y fuera del Ecuador. Realizó dos tipos de estudios superiores, obteniendo el título de doctor en Jurisprudencia por la Universidad Central del Ecuador y el de doctor en Filosofía y Letras por la Facultad San Gregorio de Quito.

Eliécer Cárdenas Espinosa

PINTURA DE FUERTE PERSONALIDAD

José Bastidas es un artista nacido en Otavalo, Provincia de Imbabura, que desde su infancia sintió la pasión por el dibujo y la pintura. Estudió en el Colegio de Artes Plásticas ‘Daniel Reyes’, de donde han surgido numerosos pintores, grabadores y escultores de gran calidad en nuestro país, completó su formación académica en la Universidad Central del Ecuador, ‘Escuela de Educación Técnica’.

José Bastidas ha realizado hasta el momento numerosas exposiciones, tanto en su provincia natal como en la Capital de la República y fuera del país.

Participa en diferentes salones nacionales de Pintura y Escultura como son: Banco Centra del Ecuador con el Grupo Innovación Siglo XX, Mariano Aguilera, Municipio de Quito, Luis A. Martínez Ambato. Prebienales de Cuenca y certámenes en los cuales su obra ha sido valorada y admirada.

Hay en el estilo pictórico de José Bastidas un abigarrado expresionismo. Sus figuras, contorsionales unas, aladas otras, fantasmales y efímeras algunas, representan un bullir creativo incansable. Es decir el artista recrea en sus cuadros los rasgos de la naturaleza en el hombre a fin de recuperar ese nexo entre lo telúrico y el denominado ser racional que sin embargo, cargado de irracionalismo, está llevando al planeta al suicidio.

Maestro del color, José Bastidas prefiere las tonalidades fuertes, identificadas con la fuerza, la energía creativa, lo cósmico. El tratamiento de sus cuadros es amplio y revela gran oficio técnico con veladuras y contrastes que promueven la visión de conjunto.

Sin embargo, José Bastidas ha encontrado un lenguaje particular para sus obras. Se puede apreciar diferentes facetas de su creatividad, cada una de ellas con una fuerte personalidad, un oficio certero y acabados de este gran pintor otavaleño.

Novelista ecuatoriano que nació en Cañar el 10 de diciembre de 1950. Vivió su juventud atendiendo a diferentes colegios ya que cuestionaba los sistemas represivos y lo suspendieron varias veces. Por ejemplo, asistía a la Juventud Socialista, con la cual luchó contra el Ministro de Educación por defender el libre ingreso a las universidades y cayó preso en junio de 1970 durante la dictadura de Velasco Ibarra. A los 17 años pensó en quitarse la vida por causa de una decepción amorosa, pero por suerte no lo hizo. En 1976 se graduó de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central con el título de Licenciado en Ciencias Sociales y contrajo matrimonio en Cuenca con Carmen Patiño Ullaury. Del año 1977 a 1978 escribió la novela Polvo y ceniza, que envío directamente al concurso de Novelas de la Casa de la Cultura para autores menores de cuarenta años y lo hizo ganar el Primer Premio, pero a causa del descuido del presidente, la institución no cumplió con la edición. Pero en 1979 logró publicarla con la ayuda de Alberto Crespo y hasta ahora, Polvo y ceniza es la novela ecuatoriana que más se ha vendido pero relativamente no le ha proporcionado riqueza a su autor por las ediciones fantasmas.

Stalin Alvear


De José Ignacio Canelos a Agustín Cueva Dávila, la provincia de Imbabura ha sido una grata simbiosis de música y profundidad.

Quizá Cuicocha con sus misterios ancestrales, Otavalo o Human, con sus huellas milenarias de peregrinos descalzos, hayan dejado en José Bastidas esa particular capacidad de atisbar, tras las cortinas, la desdibujada vida, los infantes perpetuos, o, como lo expresa Carlos Villasís Endara: esa ‘…especie de antídoto contra las costumbres establecidas y alienantes de la sociedad’.

‘Aquellos ocasos en un tiempo premeditado’ ha titulado a una de sus obras fundamentales, y su fuerza pictórica y poética nos relata, como en una visita dantesca, los escenarios de otra vida, distorsionada, caprichosa, inverosímil porque ‘los que nos causan gracia’ somos nosotros mismos, la alteridad grotesca de nuestra infelicidad, bajo múltiples, escalas cromáticas que desnudan, deformadas, las ilusiones perdidas entre lo cósmico y lo cómico. Bastidas es, por otra parte, una suerte de cronista contemporáneo que, como vouyerista entre dinteles, se asombra y nos conmociona con aquellas imágenes, que, de cotidianas parecen difuminarse; por ello, cuando el artista atrapa esos instantes de ‘nobleza y pobreza’ de los seres nos encontramos más humanos, borroneados también por sus ternuras graves, por su solidaridad de alquimista de formas, dulzuras, pesares.

Stalin Alvear, Loja, 1942. Escritor, periodista, abogado, catedrático universitario y promotor cultural. Ha sido presidente del Núcleo de Loja y presidente Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Ha publicado el libro de cuentos ‘El menos pequeño de los burgueses’, las novelas ‘El viaje de Simón Bolívar a Loja’ y ‘El reino de los vencidos’, y los libros de memorias ‘Antes que me olvide’ y ‘Tu casa, nuestra casa’. A partir de su cuento ‘Otro idilio bobo’ se produjo un cortometraje, dentro del Proyecto Cinematográfico Lojanísimo ‘Cuentos de mi tierra’. 

Carlos Villacís Endara

“El expresionismo lleva a cabo una real transformación de la naturaleza del arte al generar una verdadera revolución, ya que realiza una distorsión emotiva de la forma a través del uso estático o dinámico del color. Además, de acuerdo con los cánones de la perspectiva natural, la realidad objetiva reduce su dependencia a un estado relativo. En el caso especial de José Bastidas es un permanente buceador de nuevas posibilidades para el uso de sus ‘formas y juegos cromáticos’, no para sugerir sino para expresar a fin de proyectar en el espectador sus experiencias interiores: agresivas, místicas, angustiosas, líricas; en cada una de sus obras trata de dar mayor importancia a la validez de su visión personal, que le permitan no sólo distorsionarlas hasta alcanzar la simplificación y la estilización, donde el color aparezca como un fondo, que como una parte integral de la totalidad de la composición con las figuras definidas o modeladas por las superficies adyacentes del color».

Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte AICA

Rosina Pineyro

La obra de José Bastidas nos cautiva en un primer momento con sus figuras y formas representando un mundo visible, social, profundamente ecuatoriano en el que la intensidad del color nos proyecta a otro mundo, existencial, íntimo y universal.

A través de esta dimensión interior, el artista de refleja así mismo y al ser humano enfrentando su condición. Es la habilidad de conjugar estas dos dimensiones en su obra pictórica, lo que destaca al artista.

Ginebra- Suiza

Université Panthéon Sorbonne (Paris I) / IAE Paris

Doctor of Philosophy (Ph.D.), Social Sciences

Víctor Manuel Guzmán Villena

Tiempos Invisibles Materializados en Luz y Color

Pintor de formación académica. Su obra pictórica denota el dominio técnico de aspectos como la figura, color, luz, espacios, perspectivas, profundidades. Maneja con habilidad la pincelada directa, espontánea y amplia. Todos estos elementos que nacen de un gran artista, como lo es José Abraham Bastidas, le da a sus obras solemnidad, poder de trascendencia, ya que supera la apariencia de las cosas y encuentra la esencia en lo plasmado, que le da un carácter universal, permanente, ya que cada pintura suya nos hace sentir lo eterno del arte, como una poesía de color a la vida de un artista en plena evolución, interesado en dar pureza a la luz y a la forma, con la perfecta armonía en el ritmo, el equilibrio y lo perfecto.

José Bastidas un pintor, un pintor en la definición mágica que cobija el vocablo. Su espíritu es espíritu de pintor. Su conciencia es conciencia del pintor. Esa es su vida, por eso siempre se ha mantenido en constante comunión con el arte de la pintura. Con él creció, de él bebió y con él ha ganado su ser humano. Desde que comenzó sus estudios pictóricos en el Colegio de Artes Daniel Reyes de San Antonio de Ibarra, sitio dedicado enteramente hacer arte en sus diferentes manifestaciones, el Maestro José Bastidas ha ido encuadernando un diccionario de líneas y de colores, de imágenes y ensoñaciones. Su pintura es translúcida, íntima, callada, sin estridencia, invitando al silencio y la reflexión. Su obra es un remanso humanista y sus telas cantan, lloran y duermen. Es un intérprete del ser humano, de sus sueños, vivencias, transformaciones, es decir de la magia que envuelve el misterio de la vida.

Mirando su obra podemos descifrar el Ying y el Yang milenario, que nos permite entrever obras cargadas de magia con entornos de un mundo onírico que ofrece al espectador una perspectiva metafísica de su construcción pictórica de erotismo de color y contenido. Sus telas tienen el carácter de la eternidad, exclusiva de los creadores de la pincelada, vibrante y segura, directa y espontánea, recia y vigorosa.

Nace en Ibarra-Ecuador, en un eclipse del 26 de febrero de 1956 [Piscis]. Su vida se desarrolla incorporando todos estos conocimientos absorbidos por medio del estudio catedrático, la búsqueda del auto-conocimiento, las enseñanzas masónicas, y lo aprendido en la escuela de la vida. Toda esta comunión de ideas y sus experiencias lo hacen estar siempre en pos del entendimiento, del practicar la no violencia, de encontrar la paz del alma con armonía, meditación, serenidad, bondad, tolerancia, respeto en el libre albedrío y proyectándose la liberación de la ilusión del yo en la práctica del vacio mental.

Marcelo Valdospinos Rubio

El Maestro José Bastidas en Ibarra

En estas salas de arte exponen destacados artistas imbabureños y latinoamericanos. Ahora le tocó el turno al maestro José Bastidas. Además de todos sus méritos, José es buena persona. Esta frase, común, simple, condensa valores, que a la hora actual han mutado en ambiciones, intereses y falsedades. Para ser buena persona se requiere ser sencillo, generoso, amable, leal, veraz. Todo esto, y mucho más, es José Bastidas. Quien nace en Otavalo, 1960, en un hogar pobre, en el barrio El Empedrado, balcón de la ciudad. Su infancia estuvo subyugada al trabajo. Herrero, carpintero, limpiabotas. Pero esa infancia sangrante en nada le afecta para encarar la vida con fe y alegría. Ética de la pobreza que no humedece de lágrimas sus ojos, ni le avergüenza, más bien le llena el corazón de osadía y sueños, para reorientar el destino.

Escuchemos la voz franca, transparente, pero sentida de José Bastidas:

‘Mi adolescencia fue muy dura y complicada, mi madre se llamaba María Elena Narváez, fallecida hace tres años. Mi padre, al cual nunca conocí, llevaba por nombre José Abraham Bastidas. Crecí en el barrio El Empedrado, nuestro hogar era sumamente pobre. Desde los cinco años tuve que trabajar en diferentes actividades: de herrero, de carpintero, en fin de lo que sea, para poder subsistir y poder ayudar a mi madre, ella lavaba la ropa para poder darnos de comer, éramos cuatro hermanos, con relación de hermandad muy humilde, ante estas circunstancias a mi madre le era imposible cubrir las necesidades.

Luego viendo la situación y no poder tener para educarme tuve que trabajar como limpiabotas, con un cajón de zapatos, que me prestó don Jorge Jácome, propietario de la peluquería Americana, muy conocida en Otavalo, tenía mucha clientela. Las mejores familias de Otavalo pasaron durante muchos años con sus zapatos bien lustrados. Con lo que trabajaba ya pude ingresar a la escuela Diez de Agosto, a lo cual fui un alumno muy destacado. De lunes a viernes iba a la escuela descalzo y con los pantalones remendados, pero eso sí mi aseado. Mis maestros de los que fueron pueden dar testimonio: doña Zemia Flores, el profesor Salitas, Montalvo y el que me guió al arte Bolívar Cerón hasta segundo curso del colegio Daniel Reyes seguía limpiando zapatos, luego con los trabajos que hacía como carteles para los estudiantes ya tenía para seguir adelante.

Por ser muy pobres, casi no tenía amigos, nos veían con indiferencia, pero un día me pregunté y me dije que algún día voy a ser alguien para sobresalir en todo. Con los consejos de mi madre salí adelante.

Fui deportista en mi juventud a pesar de la talla pequeña que me caracteriza jugué en el Copacabana, San Sebastián, Corporación 13 y también en la selección de Otavalo alternando con Carlos Trujillo’.

Metáforas pictóricas

José Bastidas es exquisito en el dibujo. Crea su cromática geométrica, que le permite encerrar rostros, símbolos y sucesos, en un laberinto de espejos, que reflejan sueños, rebeldías y traumas.

Maestro del color, su misión pintar el drama humano y el amor a la naturaleza. Visión mestiza del arte. Por ello –a veces– sus rostros de tez blanca identifican la belleza indígena. Metáforas que nacen de realidades, sincretismos y telurismos. Su altruismo es toda una hoja de vida. Sus cuadros han servido, para salvar vidas, estimular estudios y modernizar el uso de tecnología, en barrios pobres y marginados. Rodrigo Villacís Molina ratifica ‘con su humildad a toda prueba, pero en el mejor sentido de la palabra, trabaja sin descanso, en las formas y colores, en su taller de Carapungo, y está dispuesto a extender la mano a quien lo necesite’.

A hombres de este temple humanístico, Juan XXIII, les deja una reflexión ‘nos gustaría quedarnos un rato en las mesas de los pobres, en las fábricas, en los lugares de estudios y de la ciencia, cerca de la cama de los enfermos y de los ancianos, en todas partes donde los hombres oran y sufren, trabajan por ellos mismos y por los demás’.

Sobre su obra, el gran crítico Marco Antonio Rodríguez, dice ‘Alegría, vivacidad, humor –corrosivo a veces–, destreza en el manejo de los secretos de la plástica, son los valores esenciales de José Bastidas’. Y la curadora de arte, Inesita Flores, complementa ‘Desde muy temprano aprendió a expresarse pictóricamente, con gran libertad en el manejo de los trazos y la adecuada aplicación del color, al margen de toda rigidez académica’.

Aquí están los cuadros, los excelentes cuadros del maestro Bastidas, que recorren el mundo con orgullo. El Núcleo ha querido solemnizar las fiestas de Ibarra con la exposición Armonía de las Parábolas de este gran pintor imbabureño. Bienvenidos

Uno de los notables otavaleños ligado desde su juventud a la cultura y docencia es Marcelo Valdospinos Rubio, quien hasta ahora lidera instituciones con este enfoque.
Él, junto a otros personajes, hizo posible una de sus mayores pasiones que sirve de base para fortalecer la identidad. Su apego a la enseñanza y literatura lo llevó a ser parte de la Casa de la Cultura Ecuatoriana

Inés Flores

La pintura de José Bastidas

La figuración, con ribetes fiestas, de José Bastidas (Otavalo 1960) es un instrumento que le sirve al artista para abordar problemas de carácter social propios del medio, a partir de su propia concepción de la vida y mediante un lenguaje plástico personal. En sus obras de concepción ecológica crea, de algún modo a la manera de Wilfrido Lam, un universo de símbolos: pájaros, peces, mariposas, figuras biomorficas y vegetales, monstruos híbridos, etc., que diríase intentan una aproximación a los orígenes de las especies. Tienen un gran contenido de vida, una fuerza arrebatadora que los sitúa más allá de un común orden naturalista. La función constructiva de cada obra y la eficacia icónica de los personajes, extraídos del contexto cotidiano, asumen connotaciones que permiten ilimitadas combinaciones y por tanto diversas lecturas: humor, ironía, burla, rebeldía. Y en el fondo, quizás una acida crítica social que apunta contra las veleidades de unos grupos humanos sin identidad y sin destino. En el fondo hay una severa crítica contra la incapacidad de esos grupos, de asumir su circunstancia para superar, a partir de ese punto, una realidad deprimente. Sensible con el hombre del pueblo, el pintor hace sus personajes -trabajadores, músicos populares, señoritas del común, etc.- el objeto básico de su temática. Y trata cada uno de sus asuntos de modo espontáneo y directo, sin refinamientos ni preocupaciones esteticistas, con un dibujo fuerte, de rasgos estilizados y una paleta de colores intensos. Las veladuras en la obra de Bastidas contribuyen a matizar, los efectos cromáticos, en el contexto de una composición equilibrada y firme.

Este pintor no está interesado en hacer una obra preciosista, ni decorativa, ni comercial; quiere registrar lo que ve a su alrededor, sin amargura pero sin concesiones y con una dosis apreciable de crítica social. A lo largo de su trayectoria ha desarrollado un estilo, una manera muy propia, que le da carácter a su pintura, y que al conjugarse con su actitud sincera frente a la realidad, le ubica entre las figuras más destacadas de las más recientes promociones de la plástica nacional.

Historiadora Ibarreña, curadora de  arte, promotora y consejera, nominada al premio nacional Eugenio Espejo.

Vive rodeada de cuadros y libros, pero volviendo a la historia de su infancia, señaló que estaba harta de la Biblia, hasta que consiguió que su abuelo lea sobre los profetas, algo que sí le gustaba. “Desarrollé una memoria que causaba asombro en la escuela de las monjitas”, indicó Inés Flores, refiriéndose a la U. Educativa Bethlemitas.

Rodrigo Villacís Molina

El Mundo de José Bastidas

El mundo pictórico de José Bastidas es un mundo cerrado, donde habitan los seres de su propio imaginario. Esos personajes revelan los sueños y pesadillas de un artista que parece haber creado su propio tiempo, de espaldas a la realidad que le rodea. Y en cierto modo manifiestan también un concepto estético sui géneris, alejado de la belleza tradicional. Se pensaría que Bastidas trata de ironizar cuando pinta, a su manera, por ejemplo reinas de belleza, señoras de sociedad y otras damiselas; pero quizás lo que hace no es sino trasladar al soporte las figuras que produce su fantasía, para crear escenas que el espectador puede tomar como la caricatura de ciertos ambientes.

Influida de alguna manera por Luigi Stornaiolo, la obra de Bastidas respira muchas veces una atmósfera saturnal, que nos remite a lo báquico o a lo mágico. Evidentemente al pintor le atrae lo extraño, inclusive lo que no se puede nombrar. De ahí procede ese aire sulfuroso que se respira en algunos de sus cuadros. Pero otras veces es la parodia de lo frívolo, lúdico o erótico lo que hallamos en sus lienzos y papeles. En todo caso, lo que pinta Bastidas está, curiosamente, a contrapelo de su perfil humano, de hombre tranquilo y en paz consigo mismo. Es su otro yo.

¿De dónde le viene esa necesidad de hacer una pintura que puede resultar agresiva, por el tratamiento intencionadamente grotesco del tema, en términos del dibujo y la distorsión de las formas, del color, de la fuerza de las pinceladas?. Es quizás la manera que adopta una protesta íntima, secreta, disfrazándose de burla y sarcasmo.

Lo evidente es que en José Bastidas hay un convencido del arte, un pintor que, al margen de cualquier tendencia al uso, dice su verdad -una verdad que puede resultar desconcertante-, solo por el gozo de decirla, y a fuerza de honesto consigo mismo, le pone a su obra un sello personal e indeleble. Lo cual le da derecho a un lugar de interés entre los pintores ecuatorianos con los que se ha inaugurado el siglo XXI.

Rodrigo Villacís Molina

Crítico de arte y literatura, periodista y catedrático universitario. Durante varios años se desempeñó como redactor, jefe de redacción, columnista y editorialista de los diarios El Tiempo y El Comercio de Quito, en donde permanentemente animó las secciones culturales; también colaboró con revistas como Vistazo de Guayaquil, y Diners de la capital.